Event Title
Performativizando a Nietzsche. La constitución plástica de la subjetividad
Start Date
28-6-2010 9:00 AM
End Date
28-6-2010 10:30 AM
Description
This presentation is part of the Sexism, Eroticism, and Gender Identity in the Continental Tradition track.
¿Qué es lo que une a un pensador como Nietzsche con el pensamiento de Judith Butler? ¿Qué puede “decirnos” hoy este filósofo que ha sido calificado insistentemente como misógino respecto de la teoría del género como performatividad? Y complementariamente, ¿qué cifra nos ofrece la teórica norteamericana para repensar algunos aspectos de la filosofía nietzscheana? Lo que nos proponemos en esta ocasión es tender un puente entre los planteos nietzscheanos en torno a la subjetividad y la propuesta butleriana de comprender el género en términos performativos.
En su escrito de juventud, Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida, Nietzsche desarrolla una idea que a nuestro juicio puede funcionar como la clave hermenéutica que unifique sus desarrollos en torno a la constitución de la subjetividad con la tematización que J. Butler propone en torno a la categoría de género. La noción mentada es la de fuerza plástica (Plastiche Kraft) que el filósofo alemán desarrolla para comprender el modo en que lo histórico y lo ahistórico se conjugan en un pueblo, una cultura o una persona. La misma se describe como aquella fuerza que es capaz de “crecer originalmente a partir de sí misma, de transformar lo pasado y lo extraño, de curar heridas, de reemplazar lo perdido, [y] de configurar de nuevo las formas quebradas” . Es a partir de esta definición que será posible desarrollar una concepción “plástica” de la subjetividad.
A la hora de pensar el modo de constitución de la identidad desde la filosofía nietzscheana, es posible relacionar la noción de plasticidad con lo que hemos de denominar la economía erótico-tanática de la voluntad de poder (Wille zur Macht). Así, la idea de fuerza plástica puede ser comprendida a partir de la dinámica conjunta y cooperativa de los aspectos disolutivos y constructivos de la voluntad de poder. En sus textos de madurez, Nietzsche va a insistir en dos movimientos básicos que caracterizan a la Wille zur Macht: el devenir disgregante-disolutivo y el movimiento configurador-creador de formas. En este sentido, la idea de fuerza plástica refuerza la necesidad de pensar de manera conjunta los aspectos afirmativo y negativo. Si ella es capaz de reemplazar lo perdido, es porque conjuga la “libertad de” desprenderse de los sentidos ya creados con la “libertad para” reconfigurar nuevas perspectivas. Extrapolando esta dinámica al modo de pensar la constitución de la identidad, podemos decir que la misma se configura espejando este doble movimiento que encontramos en la voluntad de poder y la fuerza plástica.
La idea plástica de la subjetividad apunta, entonces, a pensar la labor conjunta e inextricable de los aspectos constructivos y disolutivos en los procesos de constitución identitaria. Si algo debe ser destruido es porque con ello se garantiza la posibilidad de nuevas creaciones. El “santo no” del león encuentra su justificación en el “santo sí” del niño. En este punto, podríamos decir que el dispositivo de construcción identitaria nos permite pensar la posibilidad continua de su variación y movilidad. La transgresión, ie la ruptura con lo ya formado y normalizado, genera la condición de posibilidad de una nueva configuración -incluso de aquello mismo que niega. La plasticidad de la identidad radica en su potencia de reconfiguración de esas formas que pierden valor y se resquebrajan.
Ahora bien, ¿en qué sentido esta idea de plasticidad puede arrojar luz sobre la idea del género entendido como performatividad? Judith Butler señala que la identidad genérica, al no encontrarse fundada en ninguna instancia ontológica subyacente, se construye performativamente, esto es, a través de esas mismas expresiones y reglas que se dicen son el fruto de la identificación de género. A partir de la actuación y repetición de las normas de género se produce la identificación genérica de los individuos. Esta repetición es a su vez la que opera como motor de la movilidad de esas mismas identificaciones al abrir el espacio a repeticiones subversivas, paródicas e incluso rupturistas. En la misma realización de las normas-formas genéricas se producen los desvíos y trasgresiones de aquellos parámetros el mismo dispositivo identitario produce. De esta manera, podríamos decir que la categoría de género ya no puede ser entendido de modo estática sino que ha de presentarse como “plástico”.
El género, y en este sentido la construcción identitaria, está permanentemente abierto a la reconfiguración y transformación (de lo pasado). Es en el mismo gesto de transgresión, o para usar terminología nietzscheana, en el aspecto disgregante que puede tener la realización (negadora) de las normas de género, donde encontramos la posibilidad de una labor re-creativa e informadora del mismo. En este eterno retorno de lo mismo siempre distinto, nos reencontramos con aquella fuerza negativo-afirmativa de la que partimos para desarrollar una concepción plástica de la subjetividad.
Performativizando a Nietzsche. La constitución plástica de la subjetividad
This presentation is part of the Sexism, Eroticism, and Gender Identity in the Continental Tradition track.
¿Qué es lo que une a un pensador como Nietzsche con el pensamiento de Judith Butler? ¿Qué puede “decirnos” hoy este filósofo que ha sido calificado insistentemente como misógino respecto de la teoría del género como performatividad? Y complementariamente, ¿qué cifra nos ofrece la teórica norteamericana para repensar algunos aspectos de la filosofía nietzscheana? Lo que nos proponemos en esta ocasión es tender un puente entre los planteos nietzscheanos en torno a la subjetividad y la propuesta butleriana de comprender el género en términos performativos.
En su escrito de juventud, Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida, Nietzsche desarrolla una idea que a nuestro juicio puede funcionar como la clave hermenéutica que unifique sus desarrollos en torno a la constitución de la subjetividad con la tematización que J. Butler propone en torno a la categoría de género. La noción mentada es la de fuerza plástica (Plastiche Kraft) que el filósofo alemán desarrolla para comprender el modo en que lo histórico y lo ahistórico se conjugan en un pueblo, una cultura o una persona. La misma se describe como aquella fuerza que es capaz de “crecer originalmente a partir de sí misma, de transformar lo pasado y lo extraño, de curar heridas, de reemplazar lo perdido, [y] de configurar de nuevo las formas quebradas” . Es a partir de esta definición que será posible desarrollar una concepción “plástica” de la subjetividad.
A la hora de pensar el modo de constitución de la identidad desde la filosofía nietzscheana, es posible relacionar la noción de plasticidad con lo que hemos de denominar la economía erótico-tanática de la voluntad de poder (Wille zur Macht). Así, la idea de fuerza plástica puede ser comprendida a partir de la dinámica conjunta y cooperativa de los aspectos disolutivos y constructivos de la voluntad de poder. En sus textos de madurez, Nietzsche va a insistir en dos movimientos básicos que caracterizan a la Wille zur Macht: el devenir disgregante-disolutivo y el movimiento configurador-creador de formas. En este sentido, la idea de fuerza plástica refuerza la necesidad de pensar de manera conjunta los aspectos afirmativo y negativo. Si ella es capaz de reemplazar lo perdido, es porque conjuga la “libertad de” desprenderse de los sentidos ya creados con la “libertad para” reconfigurar nuevas perspectivas. Extrapolando esta dinámica al modo de pensar la constitución de la identidad, podemos decir que la misma se configura espejando este doble movimiento que encontramos en la voluntad de poder y la fuerza plástica.
La idea plástica de la subjetividad apunta, entonces, a pensar la labor conjunta e inextricable de los aspectos constructivos y disolutivos en los procesos de constitución identitaria. Si algo debe ser destruido es porque con ello se garantiza la posibilidad de nuevas creaciones. El “santo no” del león encuentra su justificación en el “santo sí” del niño. En este punto, podríamos decir que el dispositivo de construcción identitaria nos permite pensar la posibilidad continua de su variación y movilidad. La transgresión, ie la ruptura con lo ya formado y normalizado, genera la condición de posibilidad de una nueva configuración -incluso de aquello mismo que niega. La plasticidad de la identidad radica en su potencia de reconfiguración de esas formas que pierden valor y se resquebrajan.
Ahora bien, ¿en qué sentido esta idea de plasticidad puede arrojar luz sobre la idea del género entendido como performatividad? Judith Butler señala que la identidad genérica, al no encontrarse fundada en ninguna instancia ontológica subyacente, se construye performativamente, esto es, a través de esas mismas expresiones y reglas que se dicen son el fruto de la identificación de género. A partir de la actuación y repetición de las normas de género se produce la identificación genérica de los individuos. Esta repetición es a su vez la que opera como motor de la movilidad de esas mismas identificaciones al abrir el espacio a repeticiones subversivas, paródicas e incluso rupturistas. En la misma realización de las normas-formas genéricas se producen los desvíos y trasgresiones de aquellos parámetros el mismo dispositivo identitario produce. De esta manera, podríamos decir que la categoría de género ya no puede ser entendido de modo estática sino que ha de presentarse como “plástico”.
El género, y en este sentido la construcción identitaria, está permanentemente abierto a la reconfiguración y transformación (de lo pasado). Es en el mismo gesto de transgresión, o para usar terminología nietzscheana, en el aspecto disgregante que puede tener la realización (negadora) de las normas de género, donde encontramos la posibilidad de una labor re-creativa e informadora del mismo. En este eterno retorno de lo mismo siempre distinto, nos reencontramos con aquella fuerza negativo-afirmativa de la que partimos para desarrollar una concepción plástica de la subjetividad.