Start Date

28-6-2010 9:00 AM

End Date

28-6-2010 10:30 AM

Description

This presentation is part of the Sexism, Eroticism, and Gender Identity in the Continental Tradition track.

Emmanuel Levinas (1906-1995) es considerado uno de los filósofos más importantes de nuestra época. Su «ética de la alteridad» tiene la capacidad de generar diversas búsquedas intelectuales.

En sus planteos de una alteridad absoluta, es llamativo que el joven Levinas defina en las obras de 1947-1948 a lo femenino o la mujer como “el otro por excelencia” desde una posición discursiva sexuada. Es un varón que escribe y habla del otro desde la diferencia sexual. Lo radicalmente otro(a) del sujeto es la mujer quien es una de las primeras figuras positivas de la trascendencia o de la exterioridad.

En Totalidad e infinito, luego de un largo silencio en el que el tema de la alteridad de la mujer y lo femenino no aparece, el autor retoma el tema de la alteridad femenina ubicándolo en dos espacios diferenciados: en el interior de la “morada” del sujeto como condición de su separación respecto al mundo, y dentro de la “relación erótica”, la relación amorosa del Yo–Tu, en la que el “tu” es la mujer -el otro(a)-, y el sujeto es el “yo”, el varón.

Si bien la “fenomenología del Eros” y la tematización sobre lo femenino son desarrolladas a lo largo de toda su obra, a tal punto que podemos considerar a la erótica como el proto-origen de su ética, al realizar un estudio exegético de las obras de juventud y de madurez se constata una aguda tensión y una profunda ruptura entre los planteos de aquellas y éstas. Las distinciones entre las formulaciones de los dos períodos son imprescindibles para comprender el lugar que ocupa la alteridad femenina en la ética levinasiana, como así también para detectar la aparición de rasgos sexistas en la obra de madurez. Este régimen de ambigüedad de significaciones sobre la alteridad femenina ha sido el origen del debate de género encendido por diversas corrientes feministas al recepcionar la filosofía levinasiana.

En sus obras de juventud Levinas afirma que lo femenino es la otredad, “misterio”, la expresión positiva de la alteridad, “lo esencialmente otro”, en que el otro en cuanto otro no puede reducirse a un objeto conceptualizable o fenómeno englobable en la intencionalidad del sujeto. Lo femenino es “una fuga ante la luz” de la claridad del ser y de la conciencia. Su pudor, su ocultamiento, es señal de que no puede ser apresada por el sujeto. La alteridad es lo otro, y lo otro por excelencia es la mujer.

En Totalidad e infinito Levinas definirá a la Mujer como el Otro. En una escritura androcéntrica Levinas retoma los rasgos clásicos del patriarcado al afirmar que la mujer es la acogida, hospitalidad o morada del sujeto. Sin embargo, inquietantemente, también expresará en esta misma obra que lo femenino constituye “lo equívoco por excelencia”, rostro invertido que no habla, lo más allá del rostro.

Si bien la mujer o lo femenino es una alteridad irreduc¬tible a la mismidad, Levinas se enmarca en la tradición patriarcal que ha despojado a la mujer de los atributos de sujeto, como bien señalara en su momento Simone de Beauvoir. El autor utiliza como recurso filosófico, en sus primeras obras, la alteridad femenina porque Eros introduce una rasgadura en el sis¬tema identitario parmenídeo. La erótica rompe la homogeneidad al introducir la diferen¬cia ontológica que ahora es diferencia sexual. La erótica de su período juvenil tiene la virtud de implantar fenomenológicamente la alteridad absoluta; lo cual le permitirá, luego al autor, introducirse en la esfera ética del rostro del otro desplazando a la erótica al reino de la equivocidad.

Una vez empleado este recurso a lo femenino y a la mujer para plantear la trascendencia, Levinas entrará de lleno en las obras de su madurez en la cuestión ética del uno-para-el-otro, olvi¬dando la primera presencia de la alteridad femenina en cuanto amada. El antecedente del proceso de archivo ha sido el sexismo manifiesto de la “fenomenología del Eros” de Totalidad e infinito, en que la amada será un rostro sin palabras, rostro equívoco. En la ética de De otro modo que ser (1974) articula la sensibi¬lidad con el lenguaje otorgándoles una dimensión ética en que la corporeidad es exposición originaria del uno-para-el-otro, y compara esta sensibilidad con lo femenino sólo bajo la figura “materna” del donarse y llevar al otro en sus entrañas.

Esta compleja ambigüedad de las significaciones de la mujer y de lo femenino inscriptas en el propio corpus levinasiano se ha prolongado en los debates de sus comentaristas en torno a la cuestión del significado de la alteridad femenina en la obra de Levinas, poniendo de manifiesto la posibilidad de varias lecturas sobre la cuestión como señala lúcidamente Jacques Derrida. El estado actual del tema es polémico porque puede ser interpretado como expresión de misoginia y androcentrismo o, por el contrario, como un manifiesto feminista.

La problematización del tema de la mujer y lo femenino en el pensamiento de Emmanuel Levinas es emprendida desde la perspectiva de género a fin de visibilizar algunos cimientos inconfesados de su discurso filosófico: el patriarcado, el sexismo y el falogocentrismo.

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Jun 28th, 9:00 AM Jun 28th, 10:30 AM

El sexismo en la ética de Emmanuel Levinas. Perpetuación filosófica de una dialéctica ininterrumpida

This presentation is part of the Sexism, Eroticism, and Gender Identity in the Continental Tradition track.

Emmanuel Levinas (1906-1995) es considerado uno de los filósofos más importantes de nuestra época. Su «ética de la alteridad» tiene la capacidad de generar diversas búsquedas intelectuales.

En sus planteos de una alteridad absoluta, es llamativo que el joven Levinas defina en las obras de 1947-1948 a lo femenino o la mujer como “el otro por excelencia” desde una posición discursiva sexuada. Es un varón que escribe y habla del otro desde la diferencia sexual. Lo radicalmente otro(a) del sujeto es la mujer quien es una de las primeras figuras positivas de la trascendencia o de la exterioridad.

En Totalidad e infinito, luego de un largo silencio en el que el tema de la alteridad de la mujer y lo femenino no aparece, el autor retoma el tema de la alteridad femenina ubicándolo en dos espacios diferenciados: en el interior de la “morada” del sujeto como condición de su separación respecto al mundo, y dentro de la “relación erótica”, la relación amorosa del Yo–Tu, en la que el “tu” es la mujer -el otro(a)-, y el sujeto es el “yo”, el varón.

Si bien la “fenomenología del Eros” y la tematización sobre lo femenino son desarrolladas a lo largo de toda su obra, a tal punto que podemos considerar a la erótica como el proto-origen de su ética, al realizar un estudio exegético de las obras de juventud y de madurez se constata una aguda tensión y una profunda ruptura entre los planteos de aquellas y éstas. Las distinciones entre las formulaciones de los dos períodos son imprescindibles para comprender el lugar que ocupa la alteridad femenina en la ética levinasiana, como así también para detectar la aparición de rasgos sexistas en la obra de madurez. Este régimen de ambigüedad de significaciones sobre la alteridad femenina ha sido el origen del debate de género encendido por diversas corrientes feministas al recepcionar la filosofía levinasiana.

En sus obras de juventud Levinas afirma que lo femenino es la otredad, “misterio”, la expresión positiva de la alteridad, “lo esencialmente otro”, en que el otro en cuanto otro no puede reducirse a un objeto conceptualizable o fenómeno englobable en la intencionalidad del sujeto. Lo femenino es “una fuga ante la luz” de la claridad del ser y de la conciencia. Su pudor, su ocultamiento, es señal de que no puede ser apresada por el sujeto. La alteridad es lo otro, y lo otro por excelencia es la mujer.

En Totalidad e infinito Levinas definirá a la Mujer como el Otro. En una escritura androcéntrica Levinas retoma los rasgos clásicos del patriarcado al afirmar que la mujer es la acogida, hospitalidad o morada del sujeto. Sin embargo, inquietantemente, también expresará en esta misma obra que lo femenino constituye “lo equívoco por excelencia”, rostro invertido que no habla, lo más allá del rostro.

Si bien la mujer o lo femenino es una alteridad irreduc¬tible a la mismidad, Levinas se enmarca en la tradición patriarcal que ha despojado a la mujer de los atributos de sujeto, como bien señalara en su momento Simone de Beauvoir. El autor utiliza como recurso filosófico, en sus primeras obras, la alteridad femenina porque Eros introduce una rasgadura en el sis¬tema identitario parmenídeo. La erótica rompe la homogeneidad al introducir la diferen¬cia ontológica que ahora es diferencia sexual. La erótica de su período juvenil tiene la virtud de implantar fenomenológicamente la alteridad absoluta; lo cual le permitirá, luego al autor, introducirse en la esfera ética del rostro del otro desplazando a la erótica al reino de la equivocidad.

Una vez empleado este recurso a lo femenino y a la mujer para plantear la trascendencia, Levinas entrará de lleno en las obras de su madurez en la cuestión ética del uno-para-el-otro, olvi¬dando la primera presencia de la alteridad femenina en cuanto amada. El antecedente del proceso de archivo ha sido el sexismo manifiesto de la “fenomenología del Eros” de Totalidad e infinito, en que la amada será un rostro sin palabras, rostro equívoco. En la ética de De otro modo que ser (1974) articula la sensibi¬lidad con el lenguaje otorgándoles una dimensión ética en que la corporeidad es exposición originaria del uno-para-el-otro, y compara esta sensibilidad con lo femenino sólo bajo la figura “materna” del donarse y llevar al otro en sus entrañas.

Esta compleja ambigüedad de las significaciones de la mujer y de lo femenino inscriptas en el propio corpus levinasiano se ha prolongado en los debates de sus comentaristas en torno a la cuestión del significado de la alteridad femenina en la obra de Levinas, poniendo de manifiesto la posibilidad de varias lecturas sobre la cuestión como señala lúcidamente Jacques Derrida. El estado actual del tema es polémico porque puede ser interpretado como expresión de misoginia y androcentrismo o, por el contrario, como un manifiesto feminista.

La problematización del tema de la mujer y lo femenino en el pensamiento de Emmanuel Levinas es emprendida desde la perspectiva de género a fin de visibilizar algunos cimientos inconfesados de su discurso filosófico: el patriarcado, el sexismo y el falogocentrismo.