Event Title
Start Date
27-6-2010 1:00 PM
End Date
27-6-2010 2:30 PM
Description
This presentation is part of the Conceptions of Autonomy track.
1. Introducción
En su artículo “Kant y el método filosófico” John Dewey realiza una crítica de la consideración kantiana de la conciencia que se sitúa en la línea de la crítica a la razón idealista que presenta José Ortega y Gasset en ¿Qué es filosofía? Ambos manifiestan la contradicción que entraña definir la conciencia como una identidad desde la que determinar al sujeto moral. El dualismo entre el método experimental de la ciencia y la consideración formal de la ética, sería consecuencia de esa visión reducida del sujeto que Kohlberg mantiene. Este autor define al sujeto moral desde la perspectiva autónoma de una razón idéntica a sí misma que se concibe como única. Las mujeres, que no se identifican con ese ideal de autonomía —pues tradicionalmente se dedicaban al cuidado de los otros— quedan excluidas de la dignidad moral si no renuncian a los roles sociales con los que han ido fraguando su identidad.
Dewey y Ortega y Gasset superan críticamente la interioridad de esta conciencia única para abrirnos una perspectiva moral condicionada por la pluralidad de mujeres y varones que la experiencia muestra.
2. Crítica de Carol Gilligan y Seyla Benhabib al sujeto autónomo de Kohlberg
Carol Gilligan en su artículo “El desarrollo moral en la adolescencia tardía y la adultez: una crítica y reconstrucción de la teoría de Kohlberg” propone una revisión del desarrollo de la conciencia moral de Kohlberg. Según Kohlberg, la conciencia madura resuelve los conflictos morales según unos principios formales de justicia. Gilligan observó que los sujetos, cuando pasaban de la adolescencia a la madurez, solían atender al contexto en sus valoraciones, especialmente las mujeres. Las observaciones le llevaron a modificar la teoría de Kohlberg y a proponer dos tipos de madurez moral, el formalismo posconvencional y el contextualismo posconvencional.
Las observaciones no llevaron a Kohlberg a plantearse la justicia como criterio único de moralidad, pues el método para analizar una conciencia que se define como identidad, no puede ser más que racionalista, y no puede modificarse por observaciones empíricas:
“Las ideas de Carol Gilligan no fueron bienvenidas por nosotros […] el razonamiento acerca de la justicia se prestaría a un análisis formal estructuralista o racionalista”
Benhabib amplió la crítica a las éticas universalistas que identifican madurez moral con autonomía. Es imposible que un sujeto que se define como autónomo alcance una perspectiva universal, pues su soledad le impide ampliar su punto de vista. La universalidad, según Benhabib, no se identifica con la razón de un sujeto solitario sino con la razón de sujetos que interactúan. La razón monológica se transforma en dialógica pero la legitimidad continúa determinada por un procedimiento formal.
3. Crítica de la conciencia autónoma en Ortega y Gasset y Dewey
Ortega y Gasset muestra la contradicción presente en la visión idealista de la conciencia. El idealismo, frente al realismo, aprecia que lo real no son las cosas definidas como sustancias, pues el ser humano es un sujeto. Sin embargo, presa del prejuicio de que lo existente es lo independiente, cae en la contradicción de definir la conciencia como sustancia. La conciencia implica relación con los fenómenos a través de los cuales se reconoce. Así, el sujeto no puede entenderse al margen del mundo en el que se explica, sino que la filosofía, como ontología, clarifica las categorías del ser humano a través de un análisis fenomenológico de esa relación del yo con el mundo que constituye nuestra vida.
Dewey alaba a Kant porque considera el conocimiento como una actividad sintética que relaciona las categorías del sujeto con los fenómenos. La filosofía trascendental muestra la relación sistemática de esas categorías constitutivas de la conciencia y de la experiencia. Pero Kant mantiene el prejuicio de considerar lo existente como lo independiente, lo que le lleva a interpretar la razón como una facultad analítica. Así, la conciencia se reduce a una intuición pura de la razón y el objeto real, transcendente a la conciencia, se torna incognoscible. Según Dewey, para comprender realmente a los sujetos hay que remitirse a las relaciones que mantienen con los fenómenos en la experiencia, mediante las cuales se constituyen.
4. Conclusión: De la unicidad de un sujeto autónomo a la universalidad como crecimiento
La ética formal de Kohlberg de herencia kantiana muestra la importancia que la razón tiene en el comportamiento moral. No obstante, si bien la razón es una condición necesaria para el desarrollo moral, no es suficiente. Esperar que la razón nos proporcione principios inquebrantables de conducta que nos conviertan en sujetos morales, supone esperar demasiado de una facultad humana condicionada por la experiencia misma de la que procede.
Si identificamos la justicia con la racionalidad de unos principios, aparece el problema de establecer quiénes son los sujetos plenamente racionales capaces de determinar esos principios y el procedimiento para lograrlo. Puesto que ese procedimiento se adecua plenamente a la razón, define de modo unívoco lo que puede ser considerado como moral, marcando una frontera que no puede traspasarse y que excluye a los que no se identifican con esta perspectiva única.
Dewey y Ortega y Gasset superan críticamente esta interpretación formal de la conciencia desde una visión fenomenológica y experimental del ser humano que se realiza como sujeto interactuando con los otros y que, si bien alcanza la madurez moral cuando universaliza sus juicios, esa universalidad no se logra haciendo abstracción de los otros para recluirnos en la uniformidad de una conciencia idéntica, sino integrando las distintas perspectivas, pues el reconocimiento de nosotros mismos lleva implícito el reconocimiento de los que son distintos.
Desde la conciencia condicionada de Dewey y Ortega, la pluralidad de perspectivas morales de mujeres y varones no es vista como una deficiencia que hay que anular para preservar la unicidad de una conciencia formal, sino como una posibilidad de ampliar la comprensión que tenemos de nosotros mismos como sujetos morales.
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Crítica feminista del sujeto autónomo desde la conciencia condicionada de José Ortega y Gasset y John Dewey
This presentation is part of the Conceptions of Autonomy track.
1. Introducción
En su artículo “Kant y el método filosófico” John Dewey realiza una crítica de la consideración kantiana de la conciencia que se sitúa en la línea de la crítica a la razón idealista que presenta José Ortega y Gasset en ¿Qué es filosofía? Ambos manifiestan la contradicción que entraña definir la conciencia como una identidad desde la que determinar al sujeto moral. El dualismo entre el método experimental de la ciencia y la consideración formal de la ética, sería consecuencia de esa visión reducida del sujeto que Kohlberg mantiene. Este autor define al sujeto moral desde la perspectiva autónoma de una razón idéntica a sí misma que se concibe como única. Las mujeres, que no se identifican con ese ideal de autonomía —pues tradicionalmente se dedicaban al cuidado de los otros— quedan excluidas de la dignidad moral si no renuncian a los roles sociales con los que han ido fraguando su identidad.
Dewey y Ortega y Gasset superan críticamente la interioridad de esta conciencia única para abrirnos una perspectiva moral condicionada por la pluralidad de mujeres y varones que la experiencia muestra.
2. Crítica de Carol Gilligan y Seyla Benhabib al sujeto autónomo de Kohlberg
Carol Gilligan en su artículo “El desarrollo moral en la adolescencia tardía y la adultez: una crítica y reconstrucción de la teoría de Kohlberg” propone una revisión del desarrollo de la conciencia moral de Kohlberg. Según Kohlberg, la conciencia madura resuelve los conflictos morales según unos principios formales de justicia. Gilligan observó que los sujetos, cuando pasaban de la adolescencia a la madurez, solían atender al contexto en sus valoraciones, especialmente las mujeres. Las observaciones le llevaron a modificar la teoría de Kohlberg y a proponer dos tipos de madurez moral, el formalismo posconvencional y el contextualismo posconvencional.
Las observaciones no llevaron a Kohlberg a plantearse la justicia como criterio único de moralidad, pues el método para analizar una conciencia que se define como identidad, no puede ser más que racionalista, y no puede modificarse por observaciones empíricas:
“Las ideas de Carol Gilligan no fueron bienvenidas por nosotros […] el razonamiento acerca de la justicia se prestaría a un análisis formal estructuralista o racionalista”
Benhabib amplió la crítica a las éticas universalistas que identifican madurez moral con autonomía. Es imposible que un sujeto que se define como autónomo alcance una perspectiva universal, pues su soledad le impide ampliar su punto de vista. La universalidad, según Benhabib, no se identifica con la razón de un sujeto solitario sino con la razón de sujetos que interactúan. La razón monológica se transforma en dialógica pero la legitimidad continúa determinada por un procedimiento formal.
3. Crítica de la conciencia autónoma en Ortega y Gasset y Dewey
Ortega y Gasset muestra la contradicción presente en la visión idealista de la conciencia. El idealismo, frente al realismo, aprecia que lo real no son las cosas definidas como sustancias, pues el ser humano es un sujeto. Sin embargo, presa del prejuicio de que lo existente es lo independiente, cae en la contradicción de definir la conciencia como sustancia. La conciencia implica relación con los fenómenos a través de los cuales se reconoce. Así, el sujeto no puede entenderse al margen del mundo en el que se explica, sino que la filosofía, como ontología, clarifica las categorías del ser humano a través de un análisis fenomenológico de esa relación del yo con el mundo que constituye nuestra vida.
Dewey alaba a Kant porque considera el conocimiento como una actividad sintética que relaciona las categorías del sujeto con los fenómenos. La filosofía trascendental muestra la relación sistemática de esas categorías constitutivas de la conciencia y de la experiencia. Pero Kant mantiene el prejuicio de considerar lo existente como lo independiente, lo que le lleva a interpretar la razón como una facultad analítica. Así, la conciencia se reduce a una intuición pura de la razón y el objeto real, transcendente a la conciencia, se torna incognoscible. Según Dewey, para comprender realmente a los sujetos hay que remitirse a las relaciones que mantienen con los fenómenos en la experiencia, mediante las cuales se constituyen.
4. Conclusión: De la unicidad de un sujeto autónomo a la universalidad como crecimiento
La ética formal de Kohlberg de herencia kantiana muestra la importancia que la razón tiene en el comportamiento moral. No obstante, si bien la razón es una condición necesaria para el desarrollo moral, no es suficiente. Esperar que la razón nos proporcione principios inquebrantables de conducta que nos conviertan en sujetos morales, supone esperar demasiado de una facultad humana condicionada por la experiencia misma de la que procede.
Si identificamos la justicia con la racionalidad de unos principios, aparece el problema de establecer quiénes son los sujetos plenamente racionales capaces de determinar esos principios y el procedimiento para lograrlo. Puesto que ese procedimiento se adecua plenamente a la razón, define de modo unívoco lo que puede ser considerado como moral, marcando una frontera que no puede traspasarse y que excluye a los que no se identifican con esta perspectiva única.
Dewey y Ortega y Gasset superan críticamente esta interpretación formal de la conciencia desde una visión fenomenológica y experimental del ser humano que se realiza como sujeto interactuando con los otros y que, si bien alcanza la madurez moral cuando universaliza sus juicios, esa universalidad no se logra haciendo abstracción de los otros para recluirnos en la uniformidad de una conciencia idéntica, sino integrando las distintas perspectivas, pues el reconocimiento de nosotros mismos lleva implícito el reconocimiento de los que son distintos.
Desde la conciencia condicionada de Dewey y Ortega, la pluralidad de perspectivas morales de mujeres y varones no es vista como una deficiencia que hay que anular para preservar la unicidad de una conciencia formal, sino como una posibilidad de ampliar la comprensión que tenemos de nosotros mismos como sujetos morales.